Por May
3 cabezas de ajo grandes y frescas (en el súper, los ajos casi nunca están frescos)
150 grms de chiles serranos
Limones (muchos)
Aceite de oliva (mucho)
Sal al gusto
Puedes cambiar la proporción de chiles y ajos depende de qué sabor te guste más.
Pelas todos los dientes de ajo, es más fácil si con un cuchillo cortas las puntas y con eso jalas el resto de la piel del ajo. Si son de tamaños muy diferentes puedes cortar los más grandes para que queden más o menos del mismo tamaño. Lavas los chiles y les quitas los rabitos, si quieres que tu salsa quede más picosa córtalos todos por la mitad, si quieres que quede medio picosa corta sólo algunos y si quieres que quede poquito picosa corta uno o dos sólo para dar sabor.
En un sartén extendido fríe todos los chiles y los ajos en suficiente aceite (que cubra toda la superficie del sartén y que casi cubra los chiles y los ajos) déjalos que se doren y hasta que se quemen tantito. En un recipiente aparte exprime jugo de limón, la misma cantidad que tienes de aceite en el sartén es la que debes de tener de jugo de limón). Cuando los chiles y los ajos estén doraditos vierte todo el contenido del sartén en el recipiente con limón. Es muy importante que escuches el sonido de el aceite caliente encontrándose con algo frío chssssss; revuelve, agrégale suficiente sal y vuelve a revolver, si los sirves al día siguiente de que los preparaste agarran mejor sabor.
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